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El robusto caballo fiordo examina su entorno con mirada atenta. Levanta sus pequeñas y puntiagudas orejas y escucha atentamente. Puede que tenga visita. Inclina la cabeza pensativo. No, no era eso, solo era el viento que hacía crujir las hojas. Qué pena, porque a este sociable caballo con la característica línea de anguila en el lomo y la crin de dos colores le encanta tener compañía. A lo mejor se acerca trotando a la yegua fiordo (disponible por separado).